lunes, 18 de diciembre de 2006

Decálogo para bodas (II)

(ofú) El Trabajo

Otra situación que me ha ocurrido con cierta frecuencia es la invitación a bodas de compañeros de trabajo. Para el que no tenga referencias propias, se puede imaginar otras parecidas, que sería el ser invitado por un cliente, un proveedor o cualquier cosa que nos vincule hacia otra persona, habiendo transacción económica de por medio.



El escenario.

Boda en la que conoces al novio o a la novia, no suele darse el caso de conocer a ambos, a excepción de que trabajen juntos (poco probable) o que haya habido un conocimiento previo de la otra persona mediante:

  • a) Presentación formal un día cualquiera en el trabajo que va a recoger el uno al otro.
  • b) Presentación en un día de comida de empresa.
  • c) Barbacoa donde se invitan a todos los compañeros de trabajo.

Sé que las opciones son pocas, pero yo planteo el caso de no sea una persona considerada como amiga-amiga, sino un compañero de trabajo que es eso, una persona a la que vemos los días de trabajo y que no ha pasado al nivel de amigo.

Llegado a este punto, si no podemos rechazar la invitación o el compromiso es evidente, sólo nos queda afrontar la jornada como mejor podamos.

La situación.

Apareces solo o acompañado, dependiendo del estado de soltería. Intentas llegar a la iglesia, para que te vea tu colega y no parezca excesivamente descarado que no hay muchas ganas de ir, a no ser que se tenga pasión por las barras libres y te de igual lo que se celebre.


El desarrollo.


La iglesia (o el ayuntamiento).


Este punto también depende de las ganas que haya, una excusa leve te disculpará sin problema en la mayoría de los casos. Los novios estarán tan ocupados que no se darán cuenta de la ausencia. Interesate por el número de asistentes, no sea que vayan tan pocos que la ausencia se haga evidente. De todas formas... se supone que es uno de los días más felices de sus vidas, así que tampoco se debería poner trágico si no apareces. A llorar a otro sitio.
Busca a tus otros compañeros de trabajo y únete al grupillo. Si no hay comparecientes, vas listo.

Al salir, ya que has ido, acércate y saluda a quien conozcas, no te pongas a besar efusivamente a la recién casada si no te ha visto en la vida. Tampoco lo hagas con el novio si la situación es la contraria. Al igual que en la pasada entrega del decálogo: Lo único positivo es acercarte a quien propició tu aparición y felicitar en consecuencia. Fin de la ceremonia. Búscate un bar (esto se debe considerar como obligatorio).


El intermedio.

Permanece en el bar.

Cuando sea la hora de ir al aperitivo, vete para allá, bien con el consabido autobús, colgándote en el coche de un compañero o andando, si es viable. También se puede optar por la opción coche propio si la idea es escaquearse lo antes posible, aunque el uso del alcohol se considera casi obligatorio en esta situación, por lo que no es aconsejable.


La celebración (I). Los entrantes.

Te ves rodeado por la misma gente que se sienta a tu lado día a día, a los que no relacionas con fiestas, diversión findesemanera, en definitiva, a la gente que está cerca de ti porque necesita pagar facturas. Por supuesto, también estará el jefe. Agárrate, que vienen curvas.

La colocación estándar en esta situación es formar un corro, donde se intentan hacer comentarios más o menos ingeniosos y se comentan anécdotas, tanto del trabajo como de otras bodas. Llegar a los chistes puede acarrear más de una carcajada visiblemente provocada.

En esta fase, debemos consumir alcohol en cantidades suficientes para impulsar la labia, sin excederse, que no es un buen procedimiento largar demasiado con el patrón cerca. Seguramente no se sacará demasiado el tema trabajo, pero si ocurre, se debe intentar desviar hacia otros lares.


La celebración (II). Las mesas.

Mirar la lista de la mesa que te ha tocado para la comida y llegar lo antes posible, junto con tus camaradas más afines de la oficina, así evitamos estar rodeado por el jefe y/o por ese tio tan raro que no habla nunca y se va a desayunar todos los días con un amigo que huele mal y lleva una camiseta de un grupo heavy trash ultra metal. El posicionamiento es muy importante. Podemos analizar la diversidad dependiendo de los que acudan al evento:

  • El jefe: sin comentarios.
  • El que se sienta a tu lado: normalmente se mantiene una relación cordial, así que debe ser la primera opción de apoyo.
  • Los compañeros de desayuno: también serán buenos puntos de apoyo.
  • Los conocidos, pero no allegados: es una buena forma de conocerlos mejor, pero es raro que surja la chispa.

En los postres, entrega de puros o similar, aparecerá la pareja, a la caza y captura del sobre (si no hay domiciliación bancaria de por medio o regalo en especie), así que a cumplir con los consortes.

La celebración (y III). La barra libre.

Damos por hecho que hay barra libre, si no, a casita, que el resto del fin de semana debe ser aprovechado a fondo para recuperar el tiempo perdido.

Esta es la fase donde todo puede desmadrarse, donde se puede arreglar el mundo, la empresa y poner a parir al resto de compañeros, siempre saldrá el tema del salario, de las condiciones de trabajo y varios cotilleos enaltecidos por los efluvios de Baco. Si hay contacto con el jefe, hay que contener la lengua y ser cautos, que a uno le da por decir la verdad en ciertos casos. Si hay buen rollito, puede pasarse realmente bien, uno no sabe cómo funcionan en condiciones extraordinarias algunos elementos del día a día, así que las sorpresas pueden ser variadas, dependiendo en gran parte del nivel de alegría que lleve en el cuerpo cada uno.

Desde luego, me baso en percepciones propias y algunos comentarios con otras personas, porque se han dado casos en los que todo es estupendo y transcurre como en una boda familiar, pero son los menos. Total, si ya estás ahí, la mejor opción es aprovechar y ser optimista.

El autor no se responsabiliza por el uso indebido que hagan los Usuarios de los contenidos de este post. De cualquier forma, usar en caso de necesidad extrema.

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