domingo, 22 de octubre de 2006

Decálogo para bodas (I)

(Han) Solo

Supongo que casi todo el mundo se habrá encontrado en esa situación, es algo común que nos pasa alguna vez en la vida, se intenta evitar en algunos casos, pero en otros es inevitable...



El escenario.

Boda en la que conoces al novio y la novia o, mucho peor, sólo a uno de ellos, normalmente el que tiene la familia más numerosa, por lo que el caso que puede hacerte es equivalente al que obtendría una cerveza sin alcohol en una despedida de soltero.


La situación.

Apareces solo, ya que es el estado habitual que frecuentas en bodas. El movito puede ser una novia esquiva, un rollete pasajero que no se deja convencer para hacerte compañía o un contratiempo de última hora que te condena a la suerte de una reunión prolija en excesos sin compañero/a de fatigas.


El desarrollo.


La iglesia (o el ayuntamiento).

Si optas por ir a la ceremonia, piénsalo dos veces, ya que puede ser el peor momento: no conoces a nadie, no hay obligación de mantener conversaciones con otros invitados y en la misa tampoco te va a servir el rol de relaciones públicas. Desde luego, no creo que sea buena idea acercarse al altar para colgarte en las fotos que allí se van a suceder y tampoco te va a dar puntos en la escala de la sociabilidad colocarte al lado de la tía Edelmira y que te pregunte que si eres el primo Juanín, de Fresnedillas.

Al salir todos se avalanzan sobre los novios, así que poco hay que hacer. Lo único positivo es acercarte a quien propició tu aparición y felicitar en consecuencia. Fin de la ceremonia. Búscate un bar o a algún conocido lejano que te introduzca en sociedad.


El intermedio.

Los novios, ya marido y mujer, van a hacerse fotos a algún lugar al que no va nadie más, así que tienes que optar por la ya mencionada opción del bar o desaparecer hasta que llegue la hora del convite. Cosa que, últimamente, noto que ocurre entre una o dos horas después de la ceremonia.

Lleva dinero por si acaso se alarga la espera, la cantidad mágica son 20 ó 30 lerus.

Algunas veces, la celebración se hace lejos de la iglesia o ayuntamiento y se pone un autobús a disposición de los invitados para el desplazamiento, así que podría ser la ocasión de buscar una plaza libre junto a alguien que no parezca un plomo o un grupillo animado en el que falte media naranja para sumar pares.



La celebración (I). Los entrantes.

Comienzan las oportunidades. Unos entrantes bien regados con cerveza y vino hacen que la gente mezcle la alegría con una sana inclinación a la sociabilidad que tanto anhelamos.
Acercarse a los grupos indicados puede ser la mejor opción, sobre todo en el momento de acercarse a saludar a la pareja del día.

También puede darse el caso de otros elementos en nuestra misma situación, así que hacerse el encontradizo en la barra o un comentario a distancia puede ser suficiente para encontrar el resguardo necesario y empezar a "hacer grupo". Hay documentados numerosos casos de conocidos, o conocidos de conocidos (hasta en tercer grado), que son encontrados en dichos eventos y solucionan más de un quebradero de cabeza, te presentan a gente o incluso se convierten en tus compañeros de fatigas. Si quien te invitó te tiene en alta estima o es un anfitrión nato, te presentarán a quien compartirá la mesa contigo durante la comida o te darán alguna pista acerca de ellos, si no están a mano.

Pero se acerca el momento inevitable.


La celebración (II). Las mesas.

Mirar la lista de la mesa que te ha tocado para la comida y ver que una nutrida lista de solteros/as puebla nuestra mesa es un buen comienzo, la conversación está asegurada. Todavía no me he cruzado con una mesa llena de personas con serios problemas de comunicación, al menos en un porcentaje preocupante, así que si sumamos el poder de las bebidas espirituosas (sin abusar, en serio) y la situación que va a unir durante, al menos, hora y media al grupo, la probabilidad de tener conversación durante toda la pitanza es elevada y luego, ya se sabe.

La variopinta fauna que uno se puede encontrar supera las expectativas de este post, así que mejor tener espíritu de torero y a vérselas venir. Mi consejo: saluda a todos los de la mesa, sonríe y usa las fórmulas habituales para romper el hielo en dichos eventos.

El inevitable: "¿Venís por el novio o la novia?"
De toda la vida: "¿Dedondeeresaquétededicas?"
Sosainas: "¿Mi pan es el de la derecha o el de la izquierda?"
Arriesgado: "¿Te importa que fume?"
Desviar la atención:"¿Nos sorteamos ya el centro de mesa o esperamos a los postres?"
Comentarios acerca del menú: "Interesante textura la de este mus de coco y piñonate..."


La celebración (y III). La barra libre.

Se han dado casos, pero no son abundantes, Deo gratias, de bodas en las que no había barra libre, pero en ese caso, no hay mucho más interés en permanecer en el lugar, así que una despedida cordial y a casita o de fiesta con los amiguetes por ahí.

Llegamos a la barra libre, en caso de no haber conseguido conectar con ninguno de los invitados, esta es una oportunidad incierta: aprovechar la exaltación de la amistad puede ser erróneo cuando no hay ninguna amistad de por medio. Si bien, el ojo ha tenido que estar atento durante la fase anterior y localizar elementos, sin pareja, de buen ver en caso de soltería y con capacidad de congeniar en caso contrario. En este punto las opciones son tan diversas como amplia nuestra experiencia en la sociabilidad a nivel etílico que tengamos. Desde un trenecito con un correcto posicionamiento, un baile robado en un descuido o secillamente apostarse en la barra y decir alguna ocurrencia en el momento oportuno, hay todo un mundo de posibilidades.

Tras meditarlo un tiempo, he llegado a la conclusión de que es muy duro ir de solitario a una boda, por lo que mi más preciado consejo es: llévate a un colega.

El autor no se responsabiliza por el uso indebido que hagan los Usuarios de los contenidos de este post. De cualquier forma, usar en caso de necesidad extrema.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué buenos consejos, pero se nota que no eres del género tímido. Yo cuando tengo que ir sola a una fiesta o evento lo paso fatal, prefiero ir borracha de antes.