lunes, 2 de abril de 2007

No me digas lo que tengo que ver.


Uno de los muchos inconvenientes que la gente no considera cuando está viendo la televisión o escuchando la radio, es el contenido de la programación que se emite, claro que uno tiene criterio para decir si le gusta o no, así como de cambiar de canal o emisora, o apagar el receptor, pero vemos normal que en un medio "gratuito" (pagamos con neuronas de menos) no se pueda exigir lo que se va a retransmitir, aunque lo que no es normal es que se acepte de por sí y se esté agradecido porque a uno le pongan una película de Papá Noel en navidades o los Diez Mandamientos allá por abril, intercalando anuncios de jueguetes y de vacaciones para la Semana Santa, o que alguien piense por nosotros que un machacante cantarín, abusando de la radio fórmula, sea la mejor opción a nuestros tímpanos... porque le viene bien a su bolsillo.

Creo que nos estamos acostumbrando en exceso a que decidan qué debemos ver, qué noticias podemos oir y qué opiniones son las mejores para nosotros, la publicidad está abarcando demasiados ámbitos y eso nos vuelve estúpidos, serviles y conformistas. Internet nos ayuda a la diversidad, a escoger, a ser más libres... alguno dirá: "sí, claro, pero al final estarás viendo lo que alguien ha creado, con una ideología concreta y con una intencionalidad de por medio" bueno, vale, pero no me compare, que la proporción de libertad de elección que hay entre un medio y otro necesita de varios ceros para calcularse.

Es normal que ante este medio de difusión, de tranmisión de cultura, de información, de opiniones, más de uno se piense que es algo que debe controlarse... un terrorista podría aprender cómo hacer una bomba mirando en Internet... pero sin dejar a un lado los comentarios que aportan puntos de vista muy cerrados, que no por ello considero erróneos, se deben tener en cuenta los beneficios que aporta... en un todo a cien se puede comprar un cuchillo, en una droguería matarratas, en un concesionario un todo terreno... y todos ellos sirven para matar, así que no la tomen con el mensajero, aunque sea grande y mutante, que no es donde ahí tienen que buscar al culpable.

Con el nacimiento de Internet, surgió la oportunidad de expandirse, de aprender libremente y de poner también los conocimientos propios a disposición de todos. No es poco, quizá porque antes, hace pocos años, esto era inimaginable salvo que los astros se posicionaran de una u otra forma y la bruja Lola se inclinara más por las velas blancas que por las negras. Ante la imposibilidad de parar esto (no son pocos los que querrían finiquitar esta red de pendejos electrónicos), se le ponen trabas y más de uno se intenta apuntar al tren de los descargos en beneficio propio, a costa de este nuevo filón. Creo que a partir de ahora, los mal llamados gestores de la propiedad van a intentar asentar su posición, hablando en cifras cuantiosas, porque poco a poco se están escuchando demasiado los términos "open source", "música libre", "creative commons", etc. Este aparente chollo, que está siendo tan atacado y ninguneado por dichas sociedades, va a cambiar el modelo de negocio en muchos ámbitos del conocimiento y de la cultura, va a proporcionar más beneficios que pérdidas y va a generar más médicos, escritores y músicos que terroristas.

Más vale un culpable en la calle, que un inocente en la cárcel.

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