martes, 16 de febrero de 2010

La amoto


Desde que el gobierno decidiera regalar el permiso de conducción con sólo tener dos años de carnet de coche, hacerme con una moto es una de mis obsesiones. Debido a la distancia que separan mi hogar de mi trabajo, los atascos de entrada y los de salida, añadiendo los embotellamientos por los puentes y otros aspectos de índole menos evidentes, tenía que hacerme con una bicha para carretera, pero una custom, como le dicen los moteros, que mola más.

El primer paso estuvo complicado, ver qué modelo era más asequible, teniendo en cuenta que iba a ser una moto temporal, mientras por mi cabeza se pasaba sacar el carnét necesario para pasar a mayores, para montar algo más "decente" (para un paseo, vale, pero ir por la A-49 con niebla mientras te adelantan los autobuses, no es vida). Mínimo tendría que estar 6 meses con una moto de 125, porque no me veía yo cogiendo algo más potente sin haber tenido experiencia sobre dos ruedas, lo veía con miedito.

Me puse a buscar por páginas de anuncios de segunda mano, que a mi eso de las cosas nuevas ya no me gustan y encontré que la variedad custom de 125 era casi más cara que la de 250 y el negocio no pintaba bien, pero bueno, había que verlo como una medio inversión, ya que tan pronto tuviera el carnet, la de 125 iba a pasar a ocupar una plaza en el garaje y se iba a mover poquito hasta endosarla adecuadamente. Me decidí por una moto "de marca" estaba viendo la posibilidad de pillar una hyosung, una kymco, coreana o similar, pero aparte de ver la enorme cantidad de modelos que venden, casi nuevas y de segunda mano, me hizo pensar que iba a traer más problemas que alegrías y tras hablar con algún mecánico y condutor de grua, eliminé la posibilidad de pillar algo más barato, pero que pudiera darme sorpresas a medio camino de casa, una noche tarde volviendo tras una entrega urgentísima en el trabajo.


Tras algunos días de llamadas y búsquedas, me decidí por una suzuki, había encontrado "la Marauder" y "la Intruder", que tenía mejor pinta para mi ojo clínico en equivocaciones, era bicilíndrica y para una distancia media larga, iba a ser más cómoda por las vibraciones (o eso decían en alguno de las docenas de foros que recorrí), aparte de que estéticamente me molaba más y sonaba mejor... al final estas dos cosas son casi es el 90% de la elección, total, si iba a ser una amoto, cualquiera me iba a llevar de un lado a otro.



Encontré una Intruder Lc en Málaga con menos de 8000 km y por menos de 2000 euros... allí me dirigí, remolque en ristre, la probé y me la traje. Para ser la primera vez que cogía una moto de marchas, fue amor al primer frenazo. Arduo viaje en carrito pensando que se me iba a espachurrar por la carretera, botando como una condenada, sufriendo de una inusitada lluvia por el camino y con la sorpresita de que no arrancaba en cuanto intenté darme la primera vueltecita. Tras superar el pánico y tardar más de 24 horas en entender que sin gasolina iba a ser complicado arrancarla, empecé mis andanzas por el barrio aguantando coches pitadores, intoxicación de humos en los atascos y pánico a los vehículos que frenaban compulsivamente al encontrar por fin aparcamiendo, sin entender mis insultos al pasar a su lado tras haberme visto debajo de sus flamantes maleteros, que era todo lo que lograba ver tras pisar el freno y no conseguir una parada elegante ni efectiva. Los días, semanas y meses pasaron, las cuentas para entrar en la autoescuela y hacer hueco para las prácticas cuadraron. Finalmente, tras darme cuenta que en verano no trabajan en tráfico (algo que se contradice con el número de multas que se reciben en ese periodo del año), conseguí el maldito carné que me permitía montar en la otra moto que había comprado un par de meses antes (también en Málaga y también con un infernal viaje de por medio con saltitos y sustos), ya que estaba confiado en mi nueva habilidad para conducir sobre dos ruedas y sin pedalear, cosa que olvidé en el momento de subirme al mosquito infernal que me tocó para las prácticas.

Yo he sido siempre bastante cabezota, si algo se me da mal, se me da mal de una forma impresionante. Tras realizar prácticas a principios de septiembre en una explanada humeante de asfalto, a las 5 de la tarde, con todos los avíos de matar (coderas, rodilleras, chaqueta, casco, pantalón largo), adelgazando bajo un Lorenzo de justicia que hace a la vera del río, conseguí, tras tres intentos, superar el examen práctico... de pista, porque resulta que no hacía 9 meses que habían cambiado la normativa y ahora había que examinarse de pista y luego de carretera, amén del teórico que tampoco fue una barbaridad.

Lo de la cabezonería viene dado por mi triplete fallido en el examen de pista... además de haber cambiado el circuito, que a mi se me antojaba tremendo, había una limitación de tiempo a cumplir... que digo yo, si yo me compré una custom pa no correr, cómo es que me ponen un crono para sacar el carné... en fin. Mis fallos siempre fueron en el mismo punto, concretamente en este:


Sin más pena que gloria, aprobé el práctico de carretera escuchando por un auricular a un profesor portugués que no facilitaba nada la tarea de recibir instrucciones, a medida que callejeaba por esas zonas que uno no sabe que existen, pese a no haber cambiado de ciudad nunca. Creo que el alivio de escuchar sin acento ni expresiones raras al examinador, fue lo que me impulsó a hacer el examen con calma y menos nervios de lo que pensaba.

Ahora miro el coche de vez en cuando, lo tengo junto a casa, incluso alguna vez me he acercado para ver que no se pudría con la cantidad de agua que está cayendo estos días, pero ni ganitas de subirme otra vez, con la ilusión que uno se compra su primer coche nuevo y nada, el corazón frio como el hielo.

Total, que esto de volverse motero de la noche a la mañana, le preocupa a mis compañeros de trabajo, a mi novia y a familiares, porque empeñarme en coger la moto aunque lluevan boquerones no es algo fácl de entender. Eso si, ni un atasco, oiga. Ahora supongo que me pasa como a cualquiera que le pica el bicho motero, porque la cuido más que al coche, que a la casa y que a mi mismo. Jamás pensé que podría ducharme dos veces, pero ella sí lo hace cuando es necesario. Total, yo estoy feliz perdido, sólo espero que los vecinos me perdonen cuando salgo de casa a las 8 de la mañana.

Cuidense y Vssssssssssssss!!!!

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