martes, 17 de julio de 2007

La fiesta.


Hay gente a la que le sale solo, es algo innato y que no requiere de ningún esfuerzo. Un día se proponen hacerlo, ni siquiera miran antes de cruzar, simplemente establecen la fecha, hacen las llamadas oportunas y... listos, ya han montado una fiesta.

A mi eso no me pasa nunca o jamás. De siempre he tenido problemas a la hora de montar una fiesta, cuando no era por incompatibilidad de planes (gente demasiado poco interesada), era por problemas de infraestructura o de desplazamiento (sin pasta pa pillar una casa o las fechas lo impedían). Yo creo que si hay una fiesta en algún lado y apetece ir, da igual que sea en una azotea de blancos sofas acolchados en piel y camareros sirviendo martini, que debajo de un olivo y con cuatro cajas de cruzcampo. Personalmente, me apunto antes a esta última opción.

A mi nunca se me dio bien organizar fiestas, reuniones, meriendas o cualquier otro evento en el que intervengan más de dos personas. De todas formas, con el tiempo, aparte de saber adaptarme a las fiestas de otros, he aprendido que las propias deben de organizarse con tiempo (a ser posible), con ayuda de poca gente (de confianza y una mijita responsables) y con batería suficiente en el móvil (o el cargador en su defecto).

Mi cumpleaños resulta ser un compendio de despropósitos, las veces que lo he organizado, nunca ha salido como yo esperaba, una vez por inpuntualidad de la gente, otras por el desfase posterior y cabreo al día siguiente, otras por no poder conseguir el sitio necesario y la mayoría, por la gente que no puede. Así que un año de estos montaré la fiesta destroyer por excelencia, la fiesta casi perfecta. Para eso necesito una lista. Ahí va:

1. Elegir un lugar apartado de la civilización.
2. La casa no será propia, a ser posible tendrá piscina y garaje.
3. Será en la playa.
4. Se avisará a la gente con tiempo (aunque esto no afecta al resultado).
5. Se eliminará de cargas de trabajo a los invitados (aunque alguno tendrá que pringar).
6. Habrá sitio para dormir: sólo para los más cercanos o para todo el mundo, según el número de invitados.
7. Habrá bebida, comida y música en abundancia.
8. La música estará preparada de antemano, a partir de cierta hora, se liberará el uso del reproductor.
9. Será en verano.
10. Empezará un rato antes de la puesta del sol (más una hora), para compensar los retrasos (19:45h).
11. Salvo raras excepciones, no abundarán edades 5 años arriba o abajo de la propia.
12. Comprar todo el alcohol necesario + (número de invitados)/6 botellas más.
13. Comprar todo el hielo necesario + (número de botellas)/4 bolsas más.
14. Poner una mesa alta y estable para la bebida... lejos de la zona de baile o desparrame.
15. Poner un cubo o nevera para el hielo. Reponer a menudo.
16. Poner iluminación hasta el cuarto de baño y rollos de papel suficiente (número invitados)/4.
17. Comprar más vasos de la cuenta o comprar vasos de esos irrompibles.
18. Comprar bolsas gigantes de basura.

Pese a que parezca metódico y un poco serio tratándose de una fiesta, realmente lo veo necesario. Al final la mitad de las cosas no salen y la otra mitad salen de aquella forma, así que por lo menos no se te olvida comprar la bebida y poco más, que ya es un logro.

Podría seguir, pero entonces deja de ser algo genérico, a partir de aquí es cuando realmente se distingue una fiesta que "bueno, no estuvo mal, al menos no faltó bebida" de otra que haya estado de frotarse la cara mientras uno la recuerda.

En fin, ya queda menos pa el verano (laboralmente hablando). Qué ganas tengo.

martes, 10 de julio de 2007

Música para el verano


En invierno la música es algo más personal, busco aquellos grupos que me gusta escuchar mientras trabajo, o voy a conciertos de salas que no lucen por su tamaño ni tampoco por el caché de los grupos (grandes ellos a mi entender, sin duda alguna). Viajes en el coche con la ventanilla cerrada, cantando a pleno pulmón esos estribillos de Mamá Ladilla o estrofas de Los Planetas, Superputa o cualquier otro grupúsculo de mis entretelas.

Pero llega el verano y la cosa... cambia... yo no puedo superar mi adicción a los chiringuitos de playa, mucho menos si soy yo el que se lo monta a lo sombrilla-nevera y desplegando un arsenal mojitero que es la envidia del Aborígena o el Gran Baba (adorado sea, oh Baba), por supuesto, si voy de sombrilla independiente, la música está prohibida, pero las puestas de sol exigen chill out en chozo playero, por mucha moda que vaya y venga. No me avergüenza decir que yo soy de los que aplaudo a veces y pido "¡otra, otra!" cuando se pone el sol. No me da vergüenza porque así lo hacemos y lo sentimos, mucho antes de que el "Picha" de Gran Hermano ayudara a traer una masa ingente de pasaos para llenar playas y campings de selecta ralea.

La banda sonora de mis tardes, y durante diez días más, será el teclado del ordenador, las preguntas de los más despistados del proyecto y sobre todo, mucha maqueta bajada del emule, mucho foo figther y mucho soundgarden... y the final countdown un viernes en el que pienso escapar sin despedirme.

fotografía: el Gran Baba, cogida de google.